PRENSA

Discurso del presidente de la DAIA en el acto de homenaje a las víctimas de la Shoá – Embajada de Bélgica

Una vez más nos congregamos en la representación diplomática de una nación europea para conmemorar y rendir homenaje a las víctimas de la Shoá, el plan criminal de exterminio del pueblo judío que destruyera 6.000.000 de vidas, entre ellos un millón y medio de niños.

Hoy nos recibe el señor Embajador de Bélgica, a quien agradecemos el haber abierto las puertas a la iniciativa de la DAIA y así, compartir este evento cargado de significado para todos los aquí presentes.

Antes de la Segunda Guerra Mundial vivían aproximadamente 50.000 judíos en Bélgica, en su mayoría en Bruselas y Amberes. Más de 25.000 fueron asesinados en los campos de exterminio nazis.

En el otoño boreal de 1940, seis meses después de la entrada de las tropas alemanas, los ocupantes ordenaron a las autoridades belgas que debían registrar a todos los judíos que vivían en el país. En diciembre de ese año todos aquellos judíos que ocupaban cargos públicos fueron despedidos.

En julio de 1941 las autoridades dieron instrucciones de agregar la palabra “judío” a los documentos de identidad. En octubre de ese año se declararon ilegales los libros de texto publicados por judíos, y en diciembre los niños judíos fueron expulsados de sus escuelas. En junio de 1942 se prohibió a los médicos judíos ejercer su profesión.

En agosto de 1942 comenzó la deportación masiva de judíos a Auschwitz.

Hace muy pocos meses, en febrero de este año, un comité de historiadores designados por el gobierno belga publicó un exhaustivo informe sobre el papel desempeñado por las autoridades de entonces en la persecución y deportación de los judíos. En Senado belga adoptó la decisión de crear este comité en el año 2002. En uno de los párrafos de la resolución el Senado señalaba:

“La mayoría de los belgas no tienen conciencia de la gravedad de la persecución sufrida por los judíos del país. ¿ Por qué fue necesario que transcurriera medio siglo para que pudiéramos analizar esta parte de nuestro pasado? Es obligación del Senado preservar la memoria del genocidio, basándose en hechos que no puedan ser cuestionados. Esta es nuestra obligación para con las generaciones futuras”.

El informe de 1.100 páginas se titula “La Belgique Docile”, “La Bélgica Obediente”, y sus conclusiones señalan que “el estado Belga adoptó una postura obediente, y colaboró de una manera que no condice con un país democrático, en diversas pero críticas áreas, en una política devastadora hacia la población judía”.

A fines de 1945, el estado belga resolvió que las autoridades que conducían el país durante la ocupación no tuvieron responsabilidad legal ni de ningún otro tipo en la persecución de los judíos. Así concluye el informe.

Es de estricta justicia señalar el valor que, aunque tardío, tiene la publicación de esta investigación oficial, asumiendo como corresponde los errores y horrores del pasado.

También queremos rendir tributo a los más de 1.400 ciudadanos belgas que han sido reconocidos como Justos de las Naciones por Yad Vashem. Así, recordamos a André Geulen, una joven trabajadora social de Bruselas que escondió en casas seguras a numerosos niños judíos.

Al Abate Joseph Nadré de Namur y al sacerdote Bruno Reynders, quienes colaboraron con grupos clandestinos judíos para brindar escondites para cientos de niños y reintegrarlos al final de la guerra a la comunidad judía.

Al Obispo de Lieja, Monseñor Louis Joseph Kerkhofs, que impulsó a todos los sacerdotes de su diócesis a colaborar con el salvataje de judíos.

Ellos son sólo un ejemplo de muchos otros. Recordar conductas que enaltecen la condición humana constituye una manifestación de esperanza y un compromiso con la vida.

Señor Embajador, queridos sobrevivientes, señoras y señores: el extermino de un tercio de nuestro pueblo fue perpetrado por la perversa decisión del régimen nazi y por la activa participación de muchos colaboracionistas de los países ocupados, lamentablemente también belgas.

Confiamos que el valioso informe oficial recientemente publicado tenga la difusión que merece, que se transforme en texto de estudio de escuelas y universidades en Bélgica. Ello significará un homenaje permanente a los mártires, y un recordatorio a las jóvenes generaciones, que debiera constituirse en antídoto contra el prejuicio, la discriminación y el odio.

Muchas gracias.