PRENSA

La equidistancia en la política exterior argentina

El atentado a la AMIA modificó sustancialmente el conocimiento y aproximación que la ciudadanía argentina tenía con respecto a Israel, el conflicto en Medio Oriente y al fenómeno del terrorismo. Solamente hacia el interior de las comunidades judía y árabe había debates y toma de posiciones respecto de estos temas.

Por la presencia de esas dos importantes comunidades, por el aporte que dieron al desarrollo del país en diversas áreas, y porque nunca había habido entre ellas ningún conflicto de magnitud, la Argentina había adoptado una política exterior equidistante en el conflicto árabe-israelí (y sus derivados) para no romper esa convivencia y armonía que se venía manteniendo desde siempre.

Por lo tanto, la ciudadanía seguía el desarrollo de esos sucesos desde una prudente distancia e indiferencia ya que lo veían lejano, propio de otras latitudes y sin un impacto directo sobre sus vidas.
Esta situación cambió sustancialmente a partir de los atentados terroristas a la embajada de Israel y a la AMIA. Nombres, lugares y agrupaciones terroristas desconocidas por el público general irrumpieron violentamente y para siempre en la vida de los argentinos.

A partir de ese momento hay un seguimiento más especializado con respecto al Medio Oriente y a sus consecuencias en el mundo y en nuestra región.
En este contexto, la visita del jefe de la Cancillería israelí y del partido de extrema derecha Israel Beiteinu (Israel Nuestra Casa) busca tres objetivos concurrentes.

En primer lugar cambiar la imagen de Israel luego de la guerra contra Hamas en Gaza en 2009 y, en consecuencia, revertir el apoyo de la ciudadanía latinoamericana a favor de la causa palestina.
Resultado directo de ello fueron el retiro de Israel de los embajadores de Bolivia y Venezuela y las feroces críticas del ecuatoriano, Rafael Correa, y el nicaragüense, Daniel Ortega.

El segundo objetivo del periplo es conocer la posición de Brasil con respecto al programa nuclear iraní, los informes sobre la infiltración iraní y presencia de elementos extremistas en América latina. Brasil ha dejado de ser un actor regional para convertirse en un jugador mundial. Vale recordar dos datos recientes: Lula fue invitado a participar en la cumbre del poderoso G-8 y el pedido de Obama para que su par brasileño haga valer su poder e interceda ante el régimen iraní para que vuelva a la mesa de negociación multilateral y reanude los debates sobre desarrollo de su plan nuclear.

Finalmente, Lieberman viene a seducir y buscar equilibrar el apoyo que América latina da a la causa palestina y árabe a través de las votaciones en organismos internacionales.

Es que durante mucho tiempo América latina había quedado fuera de las giras internacionales de las figuras de Israel ya que sus mayores esfuerzos estaban destinados en primer lugar a Estados Unidos y en segundo término la Unión Europea. Vale remarcar la creciente importancia comercial de América latina para Israel: Brasil es el principal y Colombia su segundo socio en ese issue.
En definitiva, el equilibrio que busca mantener la Argentina descansa en la siguiente ecuación: respetar la histórica y buena relación entre ambos países (Israel es el único país con el cual el Mercosur ha firmado un acuerdo de libre comercio) pero recordar el compromiso con la causa palestina manifestada a través de la apertura de la representación argentina en Ramallah, capital de Cisjordania, en octubre de 2008.

* Magister en Relaciones Internacionales – UBA