Hoy será el «día clave» para los dirigentes judíos que decidieron acompañar a Cristina de Kirchner en su periplo neoyorquino: es que el viaje presidencial reabrió las divisiones internas en la comunidad judía argentina y ni siquiera el «fuerte discurso» (sic) que esperan quienes hicieron las 10 horas de avión a Estados Unidos justificará su presencia a los ojos de quienes eludieron el traslado.
La AMIA -la mutual encargada de los sepelios y la ayuda social de la comunidad- decidió acompañar a Cristina de Kirchner mientras que la DAIA -la representación política de ese colectivo- determinó exactamente lo contrario, por considerar que no se habían producido avances en la investigación del atentado contra el edificio de Pasteur 633 que lo justificaran.
En un comunicado emitido el viernes, minutos antes del inicio del feriado judío por el Rosh Hashaná (año nuevo), la DAIA emitió un comunicado en el que afirma que «más allá de que mediara o no invitación del Gobierno nacional, se evaluó que ante los escasos avances en la investigación del atentado, y las continuas provocaciones del régimen iraní la DAIA había decidido hace 45 días no asistir» a la asamblea de la ONU.
En el mismo comunicado se recordó que «hace sólo 48 horas la AMIA había hecho pública similar decisión, pero de manera sorpresiva la dirigencia de la mutual ha resuelto estar presente, por motivos que la DAIA desconoce».
Es cierto que la AMIA había determinado no ir a Nueva York, pero también lo es que una vez anunciada esa decisión hubo una avalancha de llamados desde varios ministerios del Gobierno (Relaciones Exteriores, Jefatura de Gabinete, Justicia) «recomendando» a la mutual que la reviera. Así sucedió en una tumultuosa reunión de comisión directiva ocurrida también a horas de Rosh Hashaná, y en la que el bloque religioso al que pertenece el presidente Guillermo Borger impuso su mayoría.
Tanto los integrantes del Ejecutivo que responden a «AMIA es de Todos» (que alguna vez orientó el rabino Sergio Bergman) como los del partido Avodá (laborista) votaron en contra de viajar a Nueva York. AMIA es de Todos avanzó un paso más y pidió la renuncia de Borger. Obviamente, no sucedió.
La excursión neoyorquina será necesariamente breve: la delegación que encabeza Borger -a quien sólo acompaña el secretario Julio Schlosser, de Avodá- partió el lunes por la noche y retornará mañana a última hora, para no viajar en shabbat (comienza el viernes al caer la tarde) y estar en Buenos Aires para Iom Kippur, la más sagrada de las festividades religiosas judías, que se inicia el domingo al salir la primera estrella.
También viajó especialmente invitado por el Gobierno Sergio Bursztein, cabeza visible del grupo Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado contra AMIA, quien últimamente estrechó mucho sus lazos con el gobierno nacional. Bursztein se trasladó -según sus propias palabras- «esperanzado» en que Cristina de Kirchner haga una dura crítica al Gobierno iraní.
La postura de la DAIA es que ya pasó la hora de los discursos «para la tribuna» (léase la comunidad judía argentina) y que sería deseable que el Gobierno, además de condenar a Irán y a su presidente Mahmud Ajmadineyad (negador del Holocausto) una vez por año, tomara alguna postura más firme en contra del régimen iraní. Por ahora, lo único que ha conseguido el gobierno en relación al atentado contra la AMIA, que el 18 de julio de 1994 dejó 85 muertos, es volver a dividir a los judíos argentinos.