PRENSA

Profanación de tumbas, impune

La profanación de tumbas en cementerios judíos no es sólo un acto de vandalismo sino también una deliberada agresión contra una comunidad religiosa que sólo puede explicarse desde el fanatismo o la ignorancia de sus autores. De una u otra manera constituye un grave delito y quienes lo cometen lo hacen suponiendo que no van a ser identificados, detenidos por la Policía, juzgados y condenados.

Es lo que ha ocurrido hasta ahora con estos repudiables ultrajes: a pesar de su reiteración, no se logró evitar que sigan produciéndose hechos como los de días atrás en el cementerio judío de Liniers, en el que seis tumbas fueron destruidas por desconocidos. Se trata de una ofensa grave a los muertos, a sus familiares y a toda la sociedad, frente a la cual debe existir además de un repudio enérgico la adopción de medidas que mejoren la seguridad de los cementerios y le garanticen a los deudos y a la comunidad toda, la tranquilidad de saber que sus seres queridos verdaderamente pueden descansar en paz.

El cementerio judío de Liniers fue objeto de un nuevo acto de vandalismo, lo que exige además del repudio enérgico, la adopción de medidas que impidan la reiteración de estos hechos.