PRENSA

Brasil y EE.UU. liman diferencias por el plan nuclear iraní

Hillary Clinton tuvo en Brasilia su escala más importante de la gira por América del Sur. Se irá de aquí con compromisos mucho más sólidos de lo que imaginaron los medios periodísticos. Donde se percibían «diferencias» o «confrontaciones» sólo hay acuerdos. Basta señalar un caso, el más candente desde el punto de visto de la paz mundial. El presidente Lula da Silva viajará a Irán en mayo próximo pero su visita estará condicionada por una realidad, la que consensuaron ayer el ministro Celso Amorim y la secretaria de Estado.

Hay que atenerse a la letra del comunicado final de las reuniones. Dice con una claridad que no deja resquicio para las dudas: «Estados Unidos y Brasil concuerdan que es preciso evitar que Irán desarrolle armas nucleares». Lo que luego dijo Hillary en la conferencia de prensa ofrecida en Itamarati en conjunto con el canciller brasileño no hizo más que describir lo que se había firmado previamente. «Debatimos el valor central de la no proliferación y nuestro compromiso común de lograr que Irán no tenga armas nucleares».

En relación al gobierno de Hugo Chávez, Hillary declaró que le «preocupaba» la relación con los países vecinos. Pero sostuvo que Estados Unidos «no participa de cualquier actividad que tenga intencion de perjudicar a los venezolanos». No deja de ser llamativa su conclusión. Espera que Venezuela «mire los ejemplos de Brasil y Chile».

En la declaración que firmaron Clinton y Amorim, ambos reconocen «el derecho de todos los signatarios del Tratado de No Proliferación (TNP) a desarrollar programas nucleares con fines pacíficos» y luego alentaron a Irán a «tomar las medidas necesarias para fortalecer la confianza de la comunidad internacional acerca de la naturaleza pacífica de su programa». El pronunciamiento de Hillary y Amorim va más allá, al solicitar que el gobierno iraní «coopere en forma integral con la Agencia Internacional de Energía Atómica y dé cumplimiento a las obligaciones contenidas en las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad de la ONU».

Cuando Brasil estampa la firma es porque está decidido a llevar adelante la promesa. Si solo se trataran de afirmaciones en una conferencia de prensa su valor sería relativo. Aquí vale aquello de «las palabras se las lleva el viento». Como contrapartida, el presidente Lula da Silva y su ministro de Relaciones Exteriores exigieron una garantía: que Estados Unidos no le pondrá piedras en el camino cuando el jefe de Estado brasileño desembarque en Teherán. Este seguro figura en el párrafo siguiente: «Reiteraron su compromiso de buscar una solución diplomática positiva para el tema» y de realizar «todos los esfuerzos para alcanzar una solución satisfactoria». Hillary Clinton no abandonó su estilo duro al decir que «el gobierno de Irán persigue controlar la región» y que su objetivo es desarrollar «armas nucleares».

Pero las negociaciones parecen pasar por otro lado.

Del mismo modo, cuando se le preguntó a Amorim por qué Brasil rechazaba presionar a Irán con sanciones, el ministro replicó: «Cada país tiene que pensar con su propia cabeza. Nosotros queremos un mundo sin armas nucleares y donde no exista la proliferación. La cuestión es saber cuál es el mejor camino para llegar a ese punto».

Al igual que el presidente Lula da Silva, Amorim consideró que es preciso más tiempo para dialogar con el gobierno iraní. Y desde ese lugar, seguramente se abstendrá en la votación del Consejo de Seguridad que tratará de las represalias contra Teherán.