PRENSA

Una camioneta bomba desató el pánico en el corazón de Nueva York

Para las más de 100.000 personas que compraron una entrada para ver una obra de teatro en Times Square, el corazón de Nueva York, el show no fue lo que esperaban. Es que la principal arteria de Broadway estuvo cortada el sábado a la noche y domingo a la madrugada por la policía ante una amenaza de bombas de fabricación casera, pero de «efecto letal», según expresó Michael Bloomberg, el alcalde de la ciudad.

Un vendedor ambulante, Lance Orten, le avisó a la policía que veía salir humo de una camioneta ubicada cerca del cruce de la calle 45 con Broadway, justo en el punto en el que converge con otra avenida, la Séptima. Es a metros del Minskoff, donde está la marquesina del «El rey león», una de las obras más taquilleras. Los uniformados azules empezaron a gritar y movilizarse para bloquear un radio de 12 cuadras desde la 43 hasta la 48, y desde la Sexta y Octava Avenida porque encontraron explosivos. De esa forma, el acceso a una veintena de teatros, pero también a una gran cantidad de bares, restaurantes y boliches, quedó vedado para todo el mundo. A los turistas de paso no les importaba mucho: sólo querían sacarse una foto con las imponentes marquesinas de neón que dominan esas cuadras y que nunca se apagaron.

«Está claro que la ciudad ya no será la misma después del 11 de septiembre», comentaba Jane Tsu el sábado a la noche a Clarín. «Estamos seguros. La policía, el FBI y el Gobierno harán todo lo posible para que no nos pase nada, pero nos veremos expuestos a este caso de problemas», opinaba la mujer de origen chino y estadounidense por adopción. Miguel (omitió dar su apellido por cuestiones de inmigración) trabaja como freidor en un inmenso McDonald’s a media cuadra del lugar donde podría haber explotado el vehículo. «Nos desalojaron a los empleados y a los clientes sin muchas explicaciones», afirmó.

El miedo, que irrumpió en la Gran Manzana con los atentados del 11 de septiembre de 2001, volvió a escena. Aunque la policía imponía barricadas de metal y gritos, la gente sólo quería llegar al teatro para el que tenía entrada o simplemente saber qué pasaba.

Ayer, desde Louisiana, adonde viajó para inspeccionar en el terreno un gigantesco derrame de petróleo en el mar, el presidente estadounidense, Barack Obama afirmó que «se hará justicia» por el atentado frustrado. Al mismo tiempo, Obama elogió al «bravo ciudadano que dio la alarma», aludiendo al vendedor que avisó sobre el vehículo del que salía humo. Anoche, la Casa Blanca calificó el episodio como un hecho «extremedamente grave».

La policía informó que la camioneta en cuestión (una Nissan Pathfinder) tenía tanques de gas propano -altamente combustible-, dos bidones de gasoil de 20 litros, cables y detonadores con reloj. Después de las explicaciones que dieron las autoridades municipales, Janet Napolitano, la secretaria de Seguridad, expresó que Estados Unidos estaba tratando el asunto como «una posible amenaza terrorista».

Ayer a la tarde, se hablaba de un video de los talibanes de Pakistán que se atribuían el frustrado atentado, pero el comisionado de la policía, Ray Kelly, expresó que no había evidencia que así lo indicara. En cambio, la investigación buscaba a un hombre blanco de unos 40 años, que habría estacionado la camioneta en la zona de los teatros. La ventana del lado del conductor quedó baja y ese sospechoso habría salido corriendo del auto. Habría huellas digitales suyas en el vehículo, según reseñaban los canales de televisión y las versiones on line de los diarios neoyorkinos. «Tuvimos suerte que el dispositivo no explotó. Hubiera sido como una ola de fuego que hubiera generado víctimas», indicó Kelly.

Clarín estuvo en la zona el sábado a la noche, cuando la situación era muy tensa, y ayer a la tarde, cuando el domingo transcurría con la mayor normalidad, salvo por la reforzada presencia policial. Desde el 11 de septiembre, los oficiales pueden chequear cualquier bolso, mochila o paquete que encuentren «sospechoso». Hasta ayer, lo venían haciendo poco y nada. Y ahora volvieron las revisaciones.

La última vez que la ciudad vivió algo parecido fue la noche del 31 de diciembre. En Times Square se celebra una fiesta popular y la del año pasado (para dar la bienvenida a 2010) estuvo suspendida por una amenaza de bomba. Pero esa vez no encontraron nada.