«Topografía del Terror», una exposición dedicada a la represión de Estado en Alemania durante la época del Nazismo (1933-45), abrirá en Berlín el próximo viernes sus puertas al público en su forma definitiva en el Palacio Prinz-Albrecht, tras años funcionando bajo un techo provisorio.
Durante la etapa del Nazismo, el sólo nombre del Palacio Prinz- Albrecht, sede central de las SS y la Gestapo, inspiraba terror. No en vano en los calabozos del emblemático edificio, situado en el centro de Berlín, se mantuvo secuestradas y se torturó a más de 15.000 personas, informó DPA.
En lo que quedó de las instalaciones después de que se las redujera a escombros al final del Segunda Guerra Mundial (1939-45), se inaugura ahora la muestra, que amplía y renueva la que hasta ahora funcionaba bajo un tinglado de zinc con el mismo nombre.
La Oficina de Seguridad del Reich (RSHA), como se llamaba oficialmente, era una de los destinos más terribles durante la época nazi. En los sótanos del Palacio se interrogaba y torturaba a los opositores del régimen que apresaban las SS o la Gestapo.
La sede central del terror de Estado fue además el escenario donde Heinrich Himmler y Reinhard Heydrich planearon el Holocausto.
Un ancho descampado se abre hoy sobre los restos del cuartel principal de la Gestapo. En el centro se alza un pabellón gris plateado. «Una cicatriz abierta, de ningún modo un parque temático o un sitio agradable», lo describe Andreas Nachama, director del centro de documentación que funciona en el lugar.
En el enorme predio que ocupaba el Palacio, un montón de escombros antecede la entrada al nuevo pabellón. En el área sur crecen árboles; al norte, la vista puede recorrer unos 200 metros del Muro de Berlín que todavía siguen en pie, que corría paralelo al edificio.
«Aquí se encuentran como casi en ningún otro lugar el Tercer Reich y sus consecuencias visibles», señala el historiador. Nachama fue parte de la iniciativa ciudadana que ya en 1987, dos años antes de que se derribara el Muro, convirtió el área en un sitio provisiorio de información.
Hasta ahora, en el sitio había placas que señalaban lo que había ocurrido en el edificio durante la época nazi. Más de medio millón de visitantes por año se acercaron a ver las huellas que dejó el terror nazi. La «Topografía», como se la llama, está entre los lugares de conmemoración más visitados de Berlín.
Ahora, en el primer nivel del centro de documentación hay placas con información sobre los asesinatos masivos cometidos en tiempos del Nacionalsocialismo. En el nivel subterráneo, los visitantes pueden consultar una biblioteca multimedia con cerca de 27.000 volúmenes sobre el Holocausto.
La exposición muestra documentos del terror nazi, fotos de los funcionarios próximos a Himmler, detalla sus planes de asesinato y las ejecuciones que se concretaron en los campos de exterminio, en las calles de Europa del este y en los sótanos del edificio, a pocos metros de los visitantes.
«La idea es que quede claro qué origen tenían los criminales, que eran gente instruida y juristas reconocidos», señala Nachama. Se trataba de hombres como el doctor en Derecho Erich Ehrlinger, que estaba entre los más de 200 cuadros directivos de la RSHA y participó con sus decisiones del genocidio, explica.
Ehrlinger, que dirigió en el Báltico los asesinatos masivos de judíos, pertenecía a «los incondicionales», según las palabras que usa el historiador Michael Wildt en su trabajo sobre la cúpula de la RSHA. Después de la guerra, Ehrlinger se desempeñó como directivo de una licenciataria de automóviles en la ciudad alemana de Karlsruhe. En 1958 se lo condenó a 12 años, pero en 1965 volvió a quedar en libertad.
Así, la muestra expone también la difícil relación de Alemania con su pasado nazi. Una gran placa con las fichas de cada uno de los responsables da cuenta de la magnitud de la impunidad. De los más de 200 criminales de la RSHA, sólo algo más de una docena recibió condena.
«Puede ser que alguien se pregunte por qué debería interesarse en esta historia», señala Nachama. «Porque en Grecia, Chile o Argentina, para dar sólo tres ejemplos, hubo también después de 1945 intentos de reemplazar los logros de la Revolución Francesa con regímenes fascistas, racistas y totalitarios», responde.
A lo largo de la pared del antiguo sótano del edificio, se ofrece a los visitantes 15 puntos en los que detenerse y ver las marcas que dejó en la ciudad el antiguo cuartel general de la Gestapo y las SS.
En la parte del predio donde ahora hay un bosquecillo, en los años setenta los habitantes de Berlín oriental podían ejercitarse para obtener su licencia de conducir. El fracturado asfalto del ex autódromo es también una imagen de la relación de los alemanes con su historia.