La actitud de Lula de recibir el año pasado al presidente iraní en su país no fue la correcta ni la esperada para un presidente de Latinoamérica, en virtud de que Mahmoud Ahmadinejad se niega permanentemente a colaborar con la Justicia argentina en el esclarecimiento de los atentados. Y frente a semejante rechazo, un país socio y amigo como es Brasil debería haber tenido otra actitud.
En esta ocasión, Lula viaja hacia Teherán bajo el argumento de constituirse en mediador en el tema nuclear frente a Teherán y de promover la paz. Creo yo que si Irán tuviera verdaderas intenciones pacíficas, no debería estar negociando con nadie. Pero, de todos modos, la incógnita que se desprende es qué sucederá si Lula fracasa en su gestión.
¿Cuál será su posición entonces? ¿Seguirá teniendo esta actitud tan fraternal con Irán? El fin de las negociaciones demostrará cuáles son las verdaderas motivaciones de Lula para acercarse a Irán.