A partir del debate sobre la inmigración europea, el gobierno de Francia se interroga sobre la identidad nacional. Xenofobia e islamofobia. Y la caída de Sarkozy. A fines del 2009 Eric Besson, ministro de Inmigración e Identidad Nacional francés, impulsó un debate que giraba alrededor de la pregunta: «¿Qué es ser francés?». A partir de ese momento, y por un lapso, la política gala pivotó sobre ese eje. La página web destinada a registrar las definiciones de lo francés contaba en un par de meses con más de 58 mil entradas. El intercambio viró a polémica a principios de diciembre, a propósito del referéndum suizo que prohibió la construcción de alminares (las torres de las mezquitas) en el territorio de la Confederación. A partir de entonces, la cuestión no fue ya la identidad francesa sino directamente el islam, y como ha escrito Lluís Bassets, «los inmigrantes y aquel mito de una Eurabia musulmana con el que la desaparecida Oriana Fallaci asustaba a los italianos».