PRENSA

Recordar las lecciones de Rabin. Por Bill Clinton

El 3 de noviembre se cumplieron 15 años desde que una bala asesina dio muerte a mi amigo Yitzhak Rabin, el primer ministro israelí. Desde su muerte, no ha pasado ni una sola semana sin que lo extrañara. Los quería mucho a él y a su esposa, Leah. En ocasión del aniversario de su muerte, su yahrzeit, el mundo haría bien en recordar las lecciones de su vida: su visión de libertad, tolerancia, cooperación, seguridad y paz es hoy tan vital como lo era quince años atrás, cuando habló y cantó con alegría por la paz en un gran acto en Tel Aviv apenas antes de que lo mataran. Rabin no tenía pretensión alguna. Cuando David Ben-Gurion lo envió, siendo un hombre joven, a representar a Israel durante las conversaciones de armisticio en 1949, nunca antes había usado una corbata, de modo que un amigo se la anudó y le enseñó a aflojársela de modo tal de no deshacer el nudo para que pudiera volver a ponérsela. Dos semanas antes de su asesinato, llegó a una reunión formal en Washington sin corbata. Pedimos una prestada para él, y aún sonrío cuando recuerdo que se la enderecé, tal como hace Hillary cuando recuerda cómo protestó cuando ella lo hizo salir al Balcón Truman a fumar.