Desde hace tres años, el gobierno brasileño vigila muy de cerca a un grupo de musulmanes brasileños que han viajado a Irán, donde tuvieron sospechosos contactos con uno de los principales acusados del atentado contra la AMIA en Buenos Aires en 1994, según reveló ayer el diario Folha de São Paulo. Alertadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense en 2008, las autoridades brasileñas ordenaron el monitoreo de unas 20 personas que se estima que han recibido dinero e instrucciones de los grupos extremistas Hezbollah y la Jihad Islámica para crear células terroristas en Brasil. La Policía Federal y la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) siguen el caso, que involucra a sospechosos originarios de las ciudades de Río de Janeiro y San Pablo, así como de los estados de Paraná y Pernambuco, que viajaron dos veces a Teherán aquel año. Allí se habrían reunido con Mohsen Rabbani, ex consejero cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires, acusado de estar detrás del ataque contra la mutual judía que dejó 85 muertos, prófugo de la justicia argentina y buscado por Interpol. El contacto entre los brasileños y Rabbani sería un hermano del ex diplomático iraní, que vive en Brasil y también es vigilado por los servicios de inteligencia brasileños.