PRENSA

Holocausto: homenaje con emoción y reclamos

La familia Horvath, cuya abuela (sentada) sobrevivió a los horrores de Auschwitz, campo de concentración en el que fue internada a los 15 años. La DAIA reclamó por la impunidad del atentado a la AMIA y por la cercanía del Gobierno con Siria.

El presidente de la DAIA, Aldo Donzis, denunció que «hay cada vez más blogs y páginas de internet que fomentan el odio judeofóbico, con dominio en la Argentina, pese a que violan la Ley Antidiscriminación vigente», y recordó que «el atentado contra la AMIA sigue impune». Fue en el discurso que cerró el acto en el que se recordó -en el Teatro Coliseo de la Capital Federal- el «Iom HaShoá» (Día del Holocausto) en coincidencia con la fecha del levantamiento de los judíos del gueto de Varsovia.

En presencia del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, el dirigente comunitario le pidió al Gobierno que «se oponga con su voto a la incorporación de Siria como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU», hecho al que calificó de «aberrante» dadas las diarias violaciones a esos derechos que se cometen contra los opositores al régimen vitalicio del dictador Bashir al Assad. «Esos tiranos se pasean por todo el mundo y son recibidos en varios países como si fueran estadistas», agregó.

Antes, el embajador de Israel, Daniel Gazit, había explicado la diferencia entre el «Iom HaShoá» y el Día Internacional del Holocausto, instituido por la ONU para que coincida con el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz por el Ejército soviético.

«Un día como éste decidimos tomar nuestro destino en nuestras manos, y no esperar ayuda de nadie. No podemos dejar nuestro destino en manos de terceros. Si no lucháramos, si Israel no luchara, no sobreviviría ni un minuto porque el mundo nos castiga por pelear contra un enemigo que proclama sin problemas que nos quiere exterminar», dijo emocionado el diplomático.

Fernández debió compartir cartel con Ricardo Alfonsín, el político más buscado y saludado de la noche. El funcionario, que recibió alguna muestra de desaprobación por parte de un sector del público rápidamente acallada, dijo ante las cerca de 3.000 personas que colmaron el teatro que la tragedia de la Shoá era imposible equipararla con los 30.000 desaparecidos en la Argentina, pero de inmediato las comparó. Fernández llegó y se retiró acompañado de Sergio Burstein, del grupo Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado contra la AMIA, que hace gala de su cercanía con el Gobierno.

Alfonsín -que fue ubicado en la segunda fila del teatro, lejos de Fernández y del ministro de Salud, Juan Manzur- no fue el único político en acercarse al homenaje a los seis millones de víctimas del peor genocidio de la historia: también se hicieron ver, entre otros, Martín Sabbatella, los diputados Laura Alon (PRO), Roy Cortina (socialista) y Silvana Giudici (UCR); el senador Samuel Cabanchik; el almirante Jorge Godoy (jefe de la Armada) y la jueza Inés Weinberg de Roca, exmiembro del Tribunal Penal que juzgó los crímenes en Ruanda y luego en La Haya, donde formó parte de la Corte que trató las masacres en la ex-Yugoslavia. Mauricio Macri envió a su director de Relaciones Institucionales, Claudio Avruj. También fueron los embajadores de Polonia, Armenia, EE.UU., Holanda y Alemania.

Antes de su discurso, que abundó en referencias al gueto, al himno de los partisanos «Mir Zainen Dó» (Acá estamos) y a la necesidad de preservar la memoria, Fernández había declarado que la Argentina «nunca cejará en su intento de descubrir a los responsables del atentado contra la AMIA».