PRENSA

Auschwitz y el Holocausto. Por Rogelio Alaniz

En Mein kampf, Hitler evoca escenas de la Primera Guerra Mundial, menciona los gases venenosos que allí se usaron y en el párrafo siguiente promete someter a los judíos a ese castigo. Las referencias de Hitler contra los judíos son abundantes y explícitas. Fue su rasgo más original y macabro, un rasgo que no compartía con Mussolini o Franco, quienes no incluían entre sus obsesiones el antisemitismo. El plan de exterminio a los judíos no fue nunca explicitado. No existe una orden firmada o un decreto que mande la Solución Final. Los nazis, en este tema, fueron discretos y hasta cuidadosos. El exterminio de los judíos era algo así como un ajuste de cuentas “privado”, un “servicio” que los nazis prestaban a la humanidad aniquilando sin compasión a “parásitos degenerados”. Lo que se sabe es que el proceso de exterminio fue cumpliendo determinadas escalas. Primero, en Alemania, con la supresión de las leyes civiles y políticas para los judíos. Allí aparecen los primeros campos de concentración que no son exclusivamente para judíos pero que los tienen a ellos como destinatarios estratégicos. Cuando ocupan Polonia, la respuesta antisemita son los ghetos. Y cuando invaden la URSS comienzan a practicar los fusilamientos en masa a cargo de los Einsatzgruppen.