PRENSA

Embajador de Alemania: «¿Cómo pudo pasar esto en mi país?»

Presidente Francisco Wichter Presidente José Moscovits Sra. Diana Wang
Colegas Embajadores y Diplomáticos
Señoras y Señores
Agradezco profundamente esta invitación de la “Asociación Israelita de Sobrevivientes de la
Persecución Nazi”. Entiendo que esta es la primera vez que se invita a un embajador alemán a
hablar en esta ocasión y, por lo tanto, me siento sinceramente honrado y conmovido a la vez.
Aparte de la conmoción y alegría confieso que he sentido cierto temor de hablar ante este
público. Cuando empecé a reflexionar sobre mis palabras a decir me vinieron a la mente dos
preguntas que me acompañan e inquietan desde mi juventud.
La primera es: ¿Cómo fue posible? Cómo pudo pasar esto en mi país?
La semana pasada escuché en el Teatro Colón la Misa en Si-menor de Johann Sebastian Bach
– una verdadera obra maestra de la música, de la espiritualidad y de la cultura alemana. Esta
cultura alemana – tan enriquecida por judíos – por un lado – y en contraste este régimen atroz
nazi, que desató una guerra devastadora con muchos millones de muertos y que persiguió y
exterminó sistemáticamente a millones de judíos y otras comunidades. Recordamos con
profunda tristeza las leyes raciales, la Noche de los Cristales Rotos, lo pasado en los Ghettos y
los campos de concentración y de exterminio. Sabemos que detrás de esto había una actitud
expresada en la discriminación, en la exclusión y en los progromos: en resumen, una actidud de
negación del otro en su calidad ser humano.
La segunda pregunta que me hacía – más personal que la primera – era: ¿Qué hubiera hecho
yo?
Yo nací en 1951 y pertenezco a la generación de posguerra. Cuando en el transcurso de los
juicios de Auschwitz en los sesenta supe de las atrocidades cometidas por alemanes y tomé
conocimiento detallado del Holocausto, yo miraba a mi alrededor y miraba a la generación
anterior y me preguntaba: ¿qué actitud y qué papel habrán tenido ellos en esta horrible época y
qué hubiera hecho yo en su lugar?
Sabemos que hubo personas valientes que resistieron y quienes en muchos casos pagaron su
firmeza con su vida: entre otras el teólogo Dietrich Bonnhöfer y el coronel von Stauffenberg,
quien fracasó en su atentado contra Hitler. La gran mayoría no demostraba esta valentía.
Hay una respuesta clara a las dos preguntas: esta historia nunca jamás debe repetirse. Y de ahí
veo la obligación de cada uno de involucrarse y actuar para evitar que seres humanos sean
injuriados, heridos o, incluso, asesinados a causa de su religión, de su origen o de su aspecto.
Este es el espíritu del primer y más importante artículo de nuestra constitución en Alemania
que dice: la dignidad humana es intangible.
Entonces: ¿Qué hubiera hecho yo? La advertencia, hoy, como ayer y mañana, es estar
consciente, es ser vigilante, tener los ojos abiertos, los sentidos filosos y los instintos despiertos
para ver, para reconocer y para combatir el extremismo y la violencia, el antisemitismo y la
discriminación. Ahí radica – a mi parecer – también la importancia de esta conmemoración de
esta noche.
El fin de la Segunda Guerra Mundial era la derrota de la Alemania Nazi y al mismo tiempo
significaba la victoria del bien sobre el mal – también para el pueblo alemán. En este sentido
quisiera citar a la Canciller Angela Merkel que dijo ante la Knesset: “La existencia segura de
Israel es parte de nuestra razón de Estado.
Otra cita: “El secreto de la redención es el recuerdo”. Esta sabiduría judía la pronunció el expresidente
alemán Richard von Weizsäcker. Entonces: Mantener viva la memoria es el
mandato: no sólo como recuerdo de los horrores y los sufrimientos, sino también como
estímulo vital para la acción activa y valiente en el presente y futuro por un mundo de libertad,
de diversidad y de sinceridad.
Hay mensajes de esperanza: existe una cultura viva de la memoria. Hay muchos proyectos e
iniciativas acerca de esto en muchos lados. Existe la cooperación internacional para la
educación sobre el Holocausto. Aquí en la Argentina tenemos una cooperación alentadora entre
la comunidad judía y la comunidad alemana: entre ellos el “Encuentro de las dos orillas”, que
promociona, entre muchos otros, Diana Wang.
En este sentido apoyamos la realización del documental “Proyecto Aprendiz” de la Asociación
Generaciones de la Shoá, organizamos viajes a Alemania en conjunto con la DAIA para que se
conozca la vida judía renacida en Alemania: una comunidad de otra vez
200 mil judíos y más de cien comunidades. Se están formando rabinos de nuevo.
Hoy honramos a las víctimas y a los sobrevivientes de la Shoá y me inclino ante ellos.