PRENSA

La DAIA y el acto de homenaje a la recordación del Holocausto. Por Martha Wolff

En el Teatro Coliseo, tuvo lugar el 8 de abril el acto de recordación ‎del Holocausto organizado por la DAIA. Se trató de un acto de ‎altísimo nivel de contenido y participación, tanto por el material ‎elegido, como por la actuación de grandes artistas y personalidades ‎del quehacer nacional y comunitario. ‎

La sala, colmada en la platea, así como en las bandejas superiores, ‎fue digna de mencionar. Ya desde el hall central, donde la gente se ‎encontraba, hasta pasar el control de boletería se escuchaba la voz ‎de un locutor identificando fotos con nombres de judíos de todas las ‎edades que remataba el dato con la palabra “SOBREVIVIENTE”, de ‎tal y cual campo de concentración en los que habían estado. ‎

Cada uno de los asistentes al entrar a la sala se quedaba detenido ‎mirando el desfile de retratos que sin ser familiares, lo eran en la ‎similitud de rostros de seres queridos desaparecidos por el odio nazi. ‎Cada uno, a su manera, honraba a los judíos asesinados porque ‎para eso habían ido: a recordarlos por el sufrimiento padecido ‎

Ese método estroboscópico del pasaje de fotos tuvo a la vez un ‎doble juego de memoria y homenaje: el primero, es que se ‎asemejó a la voz en off de un sector del museo en memoria de los ‎niños judíos de la Shoá de Yad Vashem que,al entrar en un recinto ‎totalmente oscuro e iluminado por lamparitas representan velas ‎reflejándose en cientos de espejos, el visitante escucha los nombres ‎del 1.500.000 niños masacrados con el dato de su edad y lugar de ‎nacimiento. Durante el acto la gente se sumió en el duelo. De esta ‎forma, los sobrevivientes que pudieron llegar a este país, subieron al ‎escenario y acompañados por el himno de los partisanos ‎repitieron:“Mir zainen do”, “Estamos aquí”. Fue maravilloso, además, ‎el haber sido secundados por el sonido de diferente shofarot, ‎acompañando las almas de las víctimas embellecidas por el sollozo y ‎canto de los presentes, admirándolos como si se tratara de un ‎milagro.‎

El Himno Nacional argentino y el del Estado de Israel, Hatikva, ‎fueron el primer toque de encuentro grupal entre los presentes. ‎

Tanto la gran presencia de cantantes al empezar, del Coro Kennedy, ‎como el relato, recopilado desde el más allá, para dejar testimonio ‎de judíos que no pudieron contar su historia porque frustraron sus ‎vidas los nazis, se hicieron voz en las de artistas famosos. ‎

Transmitió su mensaje una sobreviviente quien repitió que hasta su ‎muerte no perdonará y no olvidará lo padecido por ella y sus ‎hermanos judíos, dejando un clima de silencio e introspección.‎

Se recordó a todos los muertos, tanto por la mano del hombre, ‎como por otras circunstancias como las últimas inundaciones.‎

El encendido de las velas simbólicas por los 6.000.000 de judíos ‎muertos fue el leiv motiv para darle lugar a representantes de ‎instituciones comunitarias, políticas y religiosas. ‎

La primera vela, fue encendida por el Subsecretario de Culto de la ‎Nación de la Cancillería argentina, Juan Laureano Landaburu; el ‎vicepresidente en ejercicio del Museo del Holocausto de Buenos ‎Aires, José Menascé y el Presidente de Fundación Wallenberg, ‎Eduardo Eurnekian.‎

Para la segunda, fueron invitados la Embajadora del Estado de Israel ‎en la Argentina, Dorit Shavit; el presidente de la DAIA, Julio ‎Schlosser, y alumnos de Natán Gesang, Tomás Lekerman y Yael ‎Peregal; Kamila Hamui de la comunidad Talpiot; Carlos Fromer, del ‎Colegio Scholem Aleijem; Camilla Pérez Losada y Lucía Paez ‎del Colegio Santos Gaynor; Gerardo Melendez Espinosa de la Escuela ‎Nº 23; Santiago Fishman del Colegio Arlen Fern, y Melody Hazan ‎del Colegio BET.‎

Luego, la embajadora Shavit, compartió su discurso abordando el ‎drama de ayer de los judíos y el significado del Estado de Israel hoy ‎que “somos judíos libres”.‎

La tercera vela, estuvo a cargo de la titular de Generaciones de la ‎Shoá, Diana Wang, y de jóvenes madrijim, líderes de educación no ‎formal del Club Macabi, Magalí Druscovich; del Club Hacoaj, Tomás ‎Kobrinsky; Tatiana Gelbung del Club Hebraica; del Club Cissab, ‎Nicolás Aizicovich y Tamara Liebling, de Brit Ajim. .‎

La cuarta fue llevada a cabo por el titular de la Organización ‎Sionista, Argentina Victor Chama; por Mario Wilhem, Presidente de ‎B´nai Brith y por Martha de Antueno, titular de la Confraternidad ‎Argentina Judeocristiana.‎

El público, de pie, hizo un minuto de silencio en memoria de los ‎‎6.000.000 de judíos asesinados durante la Shoá y el Jazán Oscar ‎Fleischer recitó una oración fúnebre y el Kadish.‎

En representación de la juventud dio su mensaje David Brakin, del ‎Consejo Juvenil Sionista Argentino.‎

El quinto encendido estuvo a cargo del presidente de FESERA, ‎Osvaldo Sultani; el titular de la AMIA, Guillermo Borger y el ‎presidente del Consejo Federal de la DAIA; Alberto Schujman.‎

Por la memoria de las almas de los 6.000.000 de judíos que fueron ‎muertos, asesinados, ahogados y enterrados en vida, encendieron ‎la última vela, el vicepresidente 1º de FACCMA, Javier Veinberg; ‎Marcos Grabivker, juez de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo ‎Penal Económico y vicepresidente de la Asociación Internacional de ‎Abogados y Juristas Judíos; Cita Litvak, prosecretaria de FEDDEC y el ‎presidente de Sherit Hapleitá, Francisco Wichter. ‎

La Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,.Elena ‎Highton de Nolasco, se refirió al derecho de tener una religión ‎denunciando todo tipo de discriminación bajo un lema final que los ‎presentes repitieron: “Yo me comprometo”, momento en que la sala ‎lo hizo como un juramento. Fue una invitación a ejercer y ser ‎ejercida la justicia frente a la injusticia de todo tipo de odio.‎

Además, tuvo en cuenta el Programa de divulgación de la Naciones ‎Unidas en el que se rechaza “toda negación, ya sea parcial o total, ‎del Holocausto como hecho histórico”. Así, la Asamblea General de ‎las Naciones Unidas, aprobó la Resolución Nº 60/7 condenando sin ‎reservas todas las manifestaciones de intolerancia religiosa, ‎incitación, acoso o violencia contra personas o comunidades basadas ‎en el origen étnico o las creencias religiosas, donde quiera que ‎tengan lugar. Esta norma, designa al 27 de enero, aniversario de la ‎liberación de los campos de exterminio nazis, como el Día ‎Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas ‎del Holocausto, e insta a los Estados miembros a que “elaboren ‎programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las ‎enseñanzas del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de ‎genocidio en el futuro, y solicita al Secretario General, que ‎establezca un programa de divulgación titulado «El Holocausto y las ‎Naciones Unidas» y que adopte medidas para movilizar a la sociedad ‎civil en pro de la recordación y la enseñanza del Holocausto, con el ‎fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro”.‎

En la pantalla, respondiendo porqué hay que recordar la Shoá, niños ‎de una escuela, aparecieron escuchando lo que en el escenario ‎respondieron, un escritor, una periodista, un locutor, un médico, un ‎músico ciego, un cura y un actor, acerca de los padecimientos a los ‎que fueron sometidos los judíos y los no judíos bajo el nazismo ‎xenofóbico y exterminador haciendo abuso de esas disciplinas.‎
Nuevamente, el aplauso de aprobación fue unánime al igual que en ‎el momento en el que el presidente Schlosser, manifestaba la “lucha ‎contra el terrorismo y el memorandum con Irán”. ‎

Hacia el final, al oírse el sonido de un corifeo de shofarot, lograron ‎llegar al más allá hasta la voz amiga de los ausentes, para decirles ‎que no estaban solos, sumado a la presencia de ancianos vivenciales ‎del horror, despertó una ovación de humanismo y respeto pocas ‎veces sentida en actos comunitarios. Allí estaban los que sin haber ‎querido nunca ser héroes, el destino los premió con la VIDA, y la ‎DAIA, los homenajeó. ‎

Fue un acto inolvidable.‎