PRENSA

La niña santa

En una entrada del 13 de junio de 1944 de su famosísimo diario, Ana Frank –la niña autora víctima del nazismo, fallecida a los 15 años en el campo de concentración germano de Bergen-Belsen– se preguntaba por la condición de las mujeres. Con envidiable discernimiento, le preocupaba por qué su género ocupaba un lugar tan inferior al que ocupa el hombre y pedía conocer “la causa de semejante injusticia”. “Los hombres lo tienen fácil, nunca han tenido que soportar los pesares de una mujer, ni tendrán que soportarlos nunca”, anotaba desde su escondite en Amsterdam, la famosa “casa de atrás” que la albergó durante dos años. Ese, junto a tantos otros pasajes, es apenas una muestra de la significación de un texto con total vigencia (en tanto registro histórico de los terribles padecimientos que implicó el nazismo y en tanto posibilidad de conocer la vida y los pareceres en primera persona de una de sus tantísimas víctimas, quizás una de las más reconocidas). Porque Ana Frank es un punto de partida, no es un punto de llegada –en tanto convoca a reflexionar sobre conductas y actitudes–, gran idea han tenido el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, la Casa Ana Frank de Holanda y la Casa Ana Frank de Buenos Aires al rememorar la corta vida de tamaño icono y disponer, para el caso, una serie de muestras que buscan repasar fotos, cartas y documentación sobre la damita que este mes hubiese cumplido 84 años. A saber… Producida en Holanda y a disposición hasta el 30 de julio, Ana Frank, una historia vigente es una exposición en formato itinerante que ya ha estado en más de 2500 ciudades. Dispuesta en paneles, donde lamentablemente las fotografías familiares no pueden apreciarse como merecieran, la muestra al menos ofrece la posibilidad de incursionar en las imágenes menos conocidas de la querida adolescente.