Por Claudio Avruj*. El pluralismo cultural que hace distintiva a la Ciudad de Buenos Aires es fácilmente detectable para todos aquellos que transitamos sus calles en forma permanente. Sin lugar a dudas, este rasgo lo podemos encontrar a lo largo y ancho de nuestro país. Pero nuestra ciudad tiene un valor agregado y un plus: aquí conviven y comparten sus vidas más de 50 colectividades. En el año 1949, el Poder Ejecutivo Nacional mediante el decreto 21.430 consagró el 4 de septiembre como fecha para rendir tributo a las diferentes corrientes inmigratorias formadoras y fundadoras de nuestro país. La fecha no es caprichosa ni elegida al azar. Por el contrario, recuerda un decreto firmado por el Primer Triunvirato el 4 de septiembre de 1812, a través del cual el gobierno ofrecía «su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio». Celebrar hoy junto a las colectividades, a ya más de 200 años del decreto de ese Primer Triunvirato, implica mucho más que homenajear a nuestros mayores y recordar el pasado. El compromiso es con el presente y el futuro. El desafío es hoy saber valorar, respetar e imitar el trabajo de miles de dirigentes y voluntarios en su inmensa mayoría anónimos que trabajan desde centenares de instituciones de las colectividades aportando un inmenso valor a nuestra sociedad en los campos de la educación, la cultura, la acción política y social, el deporte, y las prácticas religiosas. El Día del Inmigrante no debe ser una efeméride más. La mayor parte de las personas que llegaron a nuestro país, vinieron en búsqueda de progreso, de trabajo, de un porvenir para ellos y sus descendientes, y nos dejaron un legado que debemos recuperar y divulgar, que son la cultura del trabajo y los conceptos de familia, comunidad y confraternidad. Celebremos este día y celebremos ser parte de este mosaico de identidades. *Subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural GCBA y ex director ejecutivo de la DAIA.
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