Un presentimiento de muerte flotaba en el aire de Grecia desde hace meses. Era sólo cuestión de tiempo para que esa furia que les cedió 18 escaños en el Parlamento a los neonazis y la pasmosa inacción policial dejaran un cuerpo agonizante en la calle. Recién ahora, consumado el crimen, el gobierno habla de medidas para frenar las agresiones que hace tiempo se denuncian, al tiempo que intenta tapar con promesas de justicia las masivas huelgas del sector público que se extendieron durante toda la semana pasada. Pero ya es tarde. El cuchillo rasgó los fundamentos del país que hizo nacer la democracia. El martes por la noche, después de ver perder al Olympiacos contra el Paris Saint Germain por la Liga de Campeones, Pavlos Fyssas, cantante de hip hop de 34 años y militante de una organización de izquierda, decidió ir a tomar algo con su novia y tres amigos. El lugar elegido fue una cafetería en El Pireo, municipio que, si bien es independiente, se podría decir que es el puerto de Atenas. Allí se cruzó con un grupo de ultraderechistas que ocupaban otra mesa y reconocieron al artista. Enseguida hubo intercambio de insultos y luego varias llamadas por celular. En ese momento sonó el teléfono de Yorgos Rupakias, un militante de 45 años de Amanecer Dorado, el partido neonazi que se supo ganar el favor de un pueblo estrangulado por la crisis gracias a sus acciones de solidaridad con los pobres (sólo pobres de aspecto y apellido bien griegos) y un discurso contra las medidas de ajuste del gobierno y contra los extranjeros, a quienes acusan por todas las dolencias del país. Tras colgar el teléfono, Rupakias salió rápidamente de su casa, no sin antes pedirle a su esposa que destruyera sus «pertenencias personales», según confesó más tarde la mujer. Cuando Fyssas y sus acompañantes salieron de la cafetería, se encontraron con un grupo de entre 25 y 40 «camisetas negras», las fuerzas de choque de Amanecer Dorado, que intentaron acorralarlos. En ese momento, un vehículo se detuvo y le preguntó al cantante por el nombre de la calle en la que se encontraban. Cuando Fyssas le estaba respondiendo, el conductor, que era Rupakias, le clavó un cuchillo en el tórax. Según la policía, la víctima murió poco después en el hospital. El atacante fue detenido y confesó todo.