Por Khatchik DerGhougassian profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés. El 21 de marzo pasado, agrupaciones islamistas afiliadas con Al-Qaeda lanzaron una ofensiva contra la ciudad de Kessab, en la frontera entre Turquía y Siria, que ocuparon obligando a sus habitantes a huir hacia Latakia. En el calor de la crisis en Crimea, la noticia podría haber pasado desapercibida si Kessab no fuera una ciudad históricamente poblada por los armenios, y si en los medios turcos no se hubiera filtrado una conversación involucrando a altos oficiales turcos que deliberaban cómo inventar pretextos para justificar una intervención militar en Siria. De hecho, la ofensiva de los islamistas ocurrió desde Turquía; más aún, según noticias provenientes del campo de batalla, un fuerte bombardeo del ejército turco a las posiciones sirias preparó el terreno.