PRENSA

La DAIA participó de la inauguración de una estatua de Ana Frank en Puerto Madero

Funcionarios, diplomáticos, autoridades religiosas y representantes de la comunidad judía en Argentina encabezaron ayer, la inauguración de la estatua de Ana Frank, la niña que escribió en un diario personal sus vivencias durante el Holocausto en Holanda antes de su asesinato. En la ceremonia, realizada en la plaza Reina de Holanda del barrio porteño de Puerto Madero, estuvieron presentes el embajador del Reino de los Países Bajos, Martin de la Beij, el rabino Abraham Soetendorp, y el director del centro Ana Frank, Héctor Shalom. También participaron el ministro de Educación, Alberto Sileoni, legisladores y representantes del ámbito cultural y de los derechos humanos. En representación de la DAIA participaron su presidente, Julio Schlosser; la secretaria de Derechos Individuales y Colectivos, Mirta Goldstein y el secretario del Interior y presidente de la Asociación Amigos del Centro «Ana Frank» de nuestro país, Julio Toker. La estatua es una réplica de la existente en la ciudad de Amsterdam, realizada por la artista Jet Schepp, que también participó de la ceremonia. Uno de los momentos más significativos ocurrió cuando habló el rabino holandés sobreviviente del Holocausto, Awraham Soetendorp. «Las chances para que yo no esté hoy parado acá eran muy grandes, y mi destino hubiera sido el mismo que de Ana y de otros 1,5 millón de bebés judíos que fueron asesinados si no fuera por el poder de la compasión», aseguró Soetendorp, amigo personal de Otto Frank, padre de Ana.