“Silencio en la noche”.
“Nada está en calma”.
“El ciudadano duerme”.
“La ambición avanza”. (Gardel y Lepera)
LOS DESCONCERTANTES INFORMES
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha emitido una dolorosa información referida al tema de su competencia, o sea los refugiados existentes en el año 2014, la que debería conmover y alertar profundamente a la humanidad toda.
La mencionada Agencia ha contabilizado casi 60 millones de desplazados, hombres, mujeres y niños, de los cuales 12 millones son de Siria, 4 millones de Irak y 4 millones del Congo.
Se trata nada más y nada menos que de una cifra similar a la sumatoria de todos los habitantes de Argentina, Chile y Bolivia o de 10 millones más que todos los ciudadanos de España y Portugal juntos.
Si a estas escalofriantes cifras migratorias de los que huyen de la muerte, el hambre y la barbarie desatada en Siria, Irak y otros lugares del Medio Oriente y África por los criminales yihadistas le acoplamos los datos emitidos por el Observatorio Sirio de Londres donde se manifiesta que, solo en Siria, durante los cuatro años de guerra civil islamista (2011-2015) hubo casi 250.000 muertos y millones de heridos llegaremos a la triste conclusión que el mundo, las potencias, los organismos internacionales y las organizaciones de derechos humanos viven en una galaxia donde prima una enorme indiferencia, una apatía monumental y una anomia catastrófica .
Mientras la muerte y la desesperación avanzan en distintas zonas del planeta, destrozando la vida de familias completas, en otras latitudes se hace muy poco para analizar y tomar decisiones que puedan frenar las monstruosas acciones terroristas del siglo XXI.
LOS OSCUROS RECUERDOS
Durante muchos años resultó muy difícil analizar y comprender los procesos mentales que llevaron a grandes grupos humanos a aceptar ideologías antinaturales y destructivas, como lo fueron el fascismo y el comunismo, pero más incomprensible todavía fue justificar la inacción de las Democracias ante el crecimiento evidente de estas bandas criminales que no ocultaban sus objetivos de aniquilar a los colectivos diversos y distintos a sus delirantes ideologías.
El libro antisemita “MAIN KEMPF” (Mi lucha) lo escribió Adolf Hitler en 1923, diez años antes de asumir como Canciller (1933), en el cual descargaba sobre los judíos las culpas infinitas de todos los males de Alemania y de la Humanidad, anticipando con lujo de detalles el destino que le esperaba al Pueblo Judío.
Sin embargo las potencias occidentales permitieron con una “insoportable levedad del ser” (Milan Kundera) que Hitler, después de finalizada la 1ª. Guerra Mundial, rompiera todas las cláusulas firmadas en Versalles que impedían el desarrollo de sus capacidades armamentísticas, las mismas que más tarde sirvieron para desencadenar la horrible hecatombe que resultó ser la 2ª. Guerra Mundial y el Holocausto Judío.
Situaciones inicuas semejantes de las Democracias Occidentales permitieron que Stalin, al frente de la URSS, y los sucesivos dictadores soviéticos y chinos como Mao Tse Tung, tuvieran la denigrante impunidad para esclavizar y asesinar a generaciones completas de civiles inocentes solo por pretender vivir con convicciones diferentes a las establecidas por el poder ideológico marxista.
Se calcula que el Régimen Soviético es responsable del asesinato de 20 millones de seres humanos y el totalitarismo maoísta de China fue el causante de la muerte de 80 millones de personas.
LOS FUNESTOS INICIOS
Destruida la ideología nazi que provocó 50 millones de muertos, entre ellos 6 millones de judíos incinerados en los campos de exterminio (1945) y desmoronada la ideología soviética que se llevó con ella otros 20 millones de personas aniquiladas (1991) se fue lentamente diseñando en el mundo islámico una nueva ideología a partir de una visión absolutista de las enseñanzas coránicas, la ideología salafista, que glorificaba la muerte y el suicidio por sobre la vida y la dignidad, destacadas estas últimas en cada página de la Torá y del Judaísmo.
“El nexo de Hanna con la vida era poderoso, bíblico, hebreo.
Creía en el Dios vivo en oposición a los dioses de la muerte”.
(“Los amantes bajo el Danubio” de Federico Andahazi).
Ben Laden levanta en Afganistán un pequeño imperio yihadista al que denominó AlQaeda e impuso un objetivo básico al mismo enmarcado fundamentalmente en la guerra armada, con una visión terrorista de la lucha contra los infieles judíos y cristianos.
Diez años después, el 11/9/2001, AlQaeda alcanza el pináculo de su gloria homicida destruyendo las Torres Gemelas de New York donde murieron cerca de 3.000 personas.
La reacción de los EE.UU. no se hizo esperar y al poco tiempo invade y conquista Afganistán convirtiendo a Ben Laden en un fugitivo de la justicia y en el jefe clandestino de una organización criminal que se reagrupa en forma de células, distribuidas en numerosos países del mundo.
Con la muerte de Ben Laden (2011) y de innumerables seguidores de AlQaeda comienza un proceso de decadencia que es inmediatamente sustituido por un nuevo líder, Al Bagdadi, quien elabora renovadas estrategias para abarcar distintas áreas de acción que lo pondrían al frente de todos los movimientos y células yihadistas globales anunciando que “nuestra religión es una religión de muerte, no de vida”.
El desatinado retiro de las fuerzas militares norteamericanas apostadas en Irak, ordenado por el Presidente Obama, permitió a Al Bagdadi constituir el Califato Islámico de Irak en grandes porciones de ese país abandonado a su suerte por las torpes promesas electorales, repetidas durante la campaña en la que luego fuera elegido presidente.
Del exitoso alistamiento local masivo de musulmanes Sunitas decepcionados del Gobierno Central Chiita de Bagdad, Al Bagdadi pasa inmediatamente al reclutamiento de decenas de miles de adherentes islámicos y conversos a nivel global, incluidos los provenientes de Europa y Estados Unidos, conformando un ejército con capacidades y cualidades superiores a la del propio ejército de Irak, lo que le permite invadir Siria para consolidar un enorme territorio del tamaño de Italia, borrando de un plumazo las fronteras tradicionales existentes.
LOS BRUTALES AVANCES
El nuevo Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) comienza a aplicar leyes criminales para todos aquellos habitantes que no adopten la Sharia y las normas coránicas tal como son interpretadas por ellos, asesinando, decapitando, masacrando e incinerando a cristianos, yazidis, bahais, chiitas, ateos, judíos, homosexuales y a todo aquel que no cumpla con esas estrictas y descabelladas reglas, provocando el éxodo de centenares de miles de familias que se han refugiado en los países vecinos.
Los desplazados a Turquía, Irak, Jordania y Líbano que han salvado sus vidas mas no pudieron evitar perder sus hogares y todos sus bienes y pertenencias, son forzados a habitar en las miserables carpas de los inmensos campos de contención y alimentados con los escasos recursos de los países receptores y las organizaciones mundiales para refugiados.
Con la toma de Mosul (norte de Irak), de Palmira y de Ramadi (a 60 km. de Bagdad); con las células activas en Libia, Yemen, Túnez y Somalia y las células durmientes en Europa y EE.UU., el ISIS se está expandiendo a niveles peligrosos para el Orden Mundial existente.
El Estado de Israel también se ve amenazado por el ISIS pues han comenzado a operar en el Sinaí y en la Franja de Gaza desafiando no solo a Egipto y al Hamas sino también al “Estado Sionista de los Judíos” a los que prometen “arrancar de cuajo” de su tierra.
Los dirigentes del ISIS afirman: “El último objetivo del Estado Islámico es una guerra mundial contra los infieles”.
Mientras Obama abandona a sus verdaderos aliados del Medio Oriente firmando la rendición de los EE.UU. ante la República Islámica de Irán por su programa misilístico-nuclear y en Europa se debate sobre la problemática retirada de Grecia del Euro (Grexit), el Estado Islámico ha decidido poner en marcha su proyecto de expansión global y se va instalando puertas afuera en el Norte de África y puertas adentro en los centros vitales de los propios países y ciudades europeas y norteamericanas.
Esta dramática realidad se puede ver reflejada en una famosa frase de un poema de Jorge Luis Borges, mencionada por Mario Vargas Llosa (La Nación 29/6/15), que dice: “La batalla es eterna y puede prescindir de la pompa y de visibles ejércitos con clarines”.