PRENSA

Se extiende la violencia en Israel y temen otra Intifada

La paranoia social y una sensación de inseguridad generalizada comienzan a extenderse por todo el territorio de Israel. Ayer, otros cuatro nuevos apuñalamientos volvieron a alterar a la población, justo cuando se cumple una semana de incidentes diarios y crece el temor a una nueva Intifada palestina.

En reacción a ese clima, el primer ministro Benjamín Netanyahu llamó a la unidad nacional e instó a los israelíes a mantenerse “en estado de alerta máxima”. “Estamos en medio de una ola de terror”, dijo el jefe del gobierno israelí.

Si durante los primeros días de esta última semana los incidentes se concentraron en Jerusalén y en la Cisjordania ocupada, la violencia se encuentra ya totalmente descentralizada. Los cuatro nuevos ataques con puñales de ayer, jueves, tuvieron lugar en Tel Aviv, Afula (ciudad del norte de Israel), Kiryat Arba (colonia judía del sur de Cisjordania) y el barrio jerosolimitano de la Colonia Francesa.

El primer caso fue un apuñalamiento múltiple con un destornillador, pero las cuatro víctimas resultaron levemente heridas. Los de Afula, Kiryat Arba y Jerusalén presentaron una sola víctima cada uno, pero las tres quedaron gravemente heridas. Dos de los atacantes fueron abatidos por las fuerzas de seguridad, mientras que los otros dos fueron detenidos.

Dado que el atacante que asestó una puñalada a un israelí de 25 años en la estación de tranvía de la Colina Francesa era un joven palestino residente en el cercano campo de refugiados de Shuafat, la policía se apersonó en su vivienda familiar para realizar un registro. Los agentes fueron recibidos a pedradas y el campo de Shuafat se convirtió en escenario de una nueva batalla campal, en la que un adolescente palestino falleció tras ser alcanzado de un balazo en el pecho.

Varios jóvenes más resultaron heridos al recibir impactos de munición real y otros por impacto de balas recubiertas de caucho (que disparadas a corta distancia y contra órganos vitales pueden resultar igualmente mortales), provocando renovadas protestas por parte de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). En este sentido la organización de Derechos Humanos B´Tselem denunció el miércoles que al menos cinco palestinos han muerto desde nero a consecuencia de su uso durante distintas manifestaciones.

Para transmitir un mensaje de seguridad, Netanyahu compareció ayer ante los israelíes, a pesar de que la sensación de un amplio sector de la sociedad es que está perdiendo el control de la situación. Varios analistas afirman que la reiteración de episodios de violencia preanuncia una espiral que podría desembocar en una nueva Intifada, las protestas palestinas que sacudieron la región en los años 1987 y 2000.

“Las acciones no son organizadas, pero siempre son resultado de la instigación de Hamas, de la Autoridad Palestina y varios países de la región”, dijo el premier Netanyahu. “Estamos en el medio de una ola de terror”, agregó.

Analistas locales dicen que los recientes ataques suelen estar protagonizados por jóvenes, sin aparente filiación política y en su mayoría laicos. Agregan que estos palestinos observan lo que ocurre en las redes sociales y aseguran defender con sus acciones la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam, ubicado en la Explanada de las Mezquitas.

En una rueda de prensa con sus ministros de Defensa y de Seguridad Interior, Netanyahu solicitó a la principal fuerza de la oposición que apoye al ejecutivo ante esta coyuntura de crisis “articulando un gobierno amplio”. Sin embargo el líder del Partido Laborista, Isaac Herzog, reprochó a Netanyahu que no haya cerrado toda la Cisjordania ocupada como medida de castigo, en un mensaje menos conciliador de lo esperado por el ala más progresista de su partido. Como contrapartida, pidió a los ministros radicales y a los diputados árabes de la Knesset que se abstengan de hacer visitas a la Explanada de las Mezquitas para así no echar más leña al fuego.

Por su parte el vice-primer ministro y líder del partido Hogar Judío, Naftali Bennett, se unió a la tienda de protesta erigida en el centro de Jerusalén por el movimiento de colonos y algunos grupos de extrema derecha para pedir a los israelíes que ayuden “como han hecho otros héroes judíos, a neutralizar a los terroristas”.

Una de las medidas de seguridad adoptadas de común acuerdo entre el gobierno y el ayuntamiento de Jerusalén es la instalación de arcos de seguridad y detectores de metales por toda la ciudad antigua. Ubicados en algunos accesos –puertas de Damasco, de Yafa, de los Leones, entre otras– y otros puntos estratégicos, el objetivo de estos sistemas de detección es minimizar el riesgo de que se produzcan nuevos apuñalamientos. Pues mientras que durante la segunda Intifada el casco antiguo de Jerusalén quedó bastante al margen de la espiral de violencia, en esta ocasión –dado el miedo de los musulmanes a que el gobierno israelí altere el status quo de la Explanada de las Mezquitas– se ha convertido en el epicentro de la misma.