Una nueva polémica se presentó ayer en Reino Unido sobre la estigmatización de los refugiados luego de que el diario The Guardian revelara que los solicitantes de asilo que recibieron alojamiento en Cardiff, Gales, están obligados a lucir una pulsera roja que los identifique, lo que provocó casos de acoso contra ellos, tal como había ocurrido la semana pasada con la señalización también con rojo de las puertas de los hogares donde viven. La empresa Clearsprings Ready Homes, contratada por el Ministerio de Interior para gestionar el alojamiento y la manutención de los refugiados en la capital galesa, les exige que lleven en todo momento la pulsera para tener derecho a recibir tres comidas al día. «Nos dijeron que si nos negamos a llevarla informarán al Ministerio», explicó al diario Eric Ngalle, de 36 años, que aseguró que cuando se negó a lucir la identificación en la muñeca dejaron de proporcionarle alimentos. Al caminar por la calle, «en ocasiones algunos conductores ven nuestras pulseras, empiezan a hacer sonar la bocina y gritan por la ventanilla: Vuelvan a su país. Otras personas nos dicen cosas terribles», agregó.