PRENSA

La Argentina, frente al terrorismo, por Miguel Ángel Toma

A partir de la década del 80 y luego de la caída del sha de Irán, este país, bajo el control del régimen fundamentalista religioso de los ayatollah, decidió exportar la “revolución islámica” al mundo. Esta expansión implicó un componente violento denominado “Jihad” o guerra santa justificada por una interpretación sesgada del Corán y cuya meta final era la imposición de un califato universal regido por la ley islámica. No era la nación lo que le daba identidad al combatiente de esta guerra, sino su pertenencia religiosa. Y quien muriera en esa lucha sería un mártir, justificando su inmolación como un acto supremo al servicio de Dios. Aparece así el suicida o inmolado como una nueva arma en el arsenal del terrorismo fundamentalista. El resto de la columna de opinión.