En su primer viaje a New York para participar de la Asamblea General de Naciones Unidas, Mauricio Macri fue invitado a cenar por Jack Rosen, un magnate de origen judío que tiene ingreso directo a la Casa Blanca y una agenda telefónica que incluye a Barack Obama, Ángela Merkel y Vladimir Putin. Macri y Rosen se tienen mucha confianza y coinciden respecto a los daños institucionales que causó Cristina Kirchner cuando firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán. El presidente argentino llegó a la mansión de Rosen con su mujer Juliana Awada y estuvo un largo rato contestando las preguntas que lanzaban sin diplomacia los selectos invitados del dueño de casa. Fue en ese instante, ajeno al protocolo e impactante por su densidad, que Macri terminó de entender que la muerte de Alberto Nisman era una cuestión de Estado.