No era suficiente para la UNESCO (Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) atribuir a
Jerusalem y el Muro de los Lamentos (Muralla exterior del Templo Judío
destruido por el Imperio Romano) como una pertenencia Palestina, una entidad
sin historia que ni siquiera es un Estado, arrasando con los derechos
educativos, históricos, culturales y científicos del Estado Judío de Israel, de
la Religión Judía (5779 años de continuidad existencial) y de la Religión
Cristiana (2018 años de creencias ancestrales).
Ahora ha decidido continuar con el burdo desconocimiento, la
ignorancia supina, la profunda incultura y el afán de desdeñar la realidad
inobjetable de pruebas contundentes, estableciendo que la Tumba de los
Patriarcas, ubicada en Hebrón, y la Tumba de Rachel, emplazada cerca de
Jerusalem, también pertenecen a los palestinos quienes, desde 1948 a esta
parte, han desperdiciado numerosas oportunidades para dialogar y lograr la
voluntad del mundo de establecer en el territorio que va desde el Mar
Mediterráneo hasta el Rio Jordán “Dos Estados, uno ya existente, con fronteras
seguras y reconocidas que convivan en Paz y Armonía”.
El monumental olvido de la UNESCO ha obviado que la Tumba de
los Patriarcas está más que destacada en la Biblia (Génesis – Capítulo 23 –
16/17/18) donde aparece el “primer
contrato comercial” del Universo con el cual el Patriarca Abraham adquiere la
tierra de la Majpelá como sepultura de su mujer, Sara, la propia y la de todos
sus descendientes: su hijo Isaac y su cónyuge Rebeca, Jacob y Lea.
Es de conocimiento general que tanto el Nuevo Testamento
Cristiano como el propio Corán Musulmán basan sus creencias en la Biblia
Hebrea, considerándose ambas como continuadoras de su credo del Dios Único y
Universal.