PRENSA

Discurso de Jorge Knoblovits en el acto de asunción del nuevo Consejo Directivo de la DAIA

Queridos todos:

Llegamos a la DAIA para construir futuro, y tenemos muy en claro cuál es nuestro principal desafío: representar con responsabilidad, profesionalismo y transparencia a toda la comunidad judía argentina. Nos sentimos muy honrados de haber sido elegidos para conducir el rumbo de la institución por el período de tres años. Más de 80 candidatos y más de 200 delegados han participado el pasado 26 de noviembre en un acto electoral sin precedentes que ha dado muestras de la importancia de nuestra institución.

Nuestra agenda será la de la comunidad judía argentina, vamos a trabajar siempre sin condicionamientos. Vamos a relacionarnos con todos los poderes del Estado, con todas las fuerzas políticas del país, manteniendo nuestra independencia y los altos valores del pueblo judío. Vamos a defender a todos aquellos cuyos derechos sean vulnerados. Sin lugar a dudas, esta DAIA va a estar junto a ellos.

Desde este preciso instante seguiremos construyendo una DAIA abierta e inclusiva, acompañando todas las políticas públicas que tiendan a ampliar el pleno ejercicio de la democracia, disminuyendo la vulnerabilidad y la negación del acceso a iguales oportunidades.

El antisemitismo permanece vigente en nuestro país. Registramos con preocupación en nuestra entidad, un aumento exponencial de casos del 200 por ciento entre los años 2017 y 2018. Día a día, tomamos conocimiento de prácticas discriminatorias y violentas hacia miembros e instituciones de nuestra comunidad, tanto en forma presencial como en el mundo virtual. Cuenten con esta DAIA para denunciar y sentirse amparados.

Tenemos en claro cuáles son nuestras prioridades: defender la dignidad, con orgullo y firmeza, cualquiera sea la forma de mantener vivo el judaísmo. La DAIA es la única entidad que tiene el mandato de todas sus instituciones representadas, de luchar contra el antisemitismo. Nuestra voz será potente y clara para denunciar a los que se atrevan a seguir expandiendo mensajes judeofóbicos, a quienes intenten manifestar su odio a los judíos, criminalizándolos, deslegitimando al Estado de Israel, encubriendo a los negadores de la Shoá o a los protectores y financiadores del terrorismo internacional.

Para nuestros muertos de la Shoá y a sus sobrevivientes, la DAIA será la institución que nunca va a olvidar y que va a traccionar la transmisión de la tragedia.

Vamos a ser implacables contra quienes utilizan las herramientas de la democracia argentina para intentar instalar sus mensajes de odio. Nos referimos a nazis confesos que se esconden en partidos políticos para ganar espacios de poder.

Vamos a estar atentos para advertirle a la Justicia el peligro que significa otorgar personería jurídica para que participen en el noble juego de la democracia. La DAIA, a través de su Mesa de Denuncias, tiene un rol central para impedirlo.

Gitanos, afrodescendientes, coreanos, chinos, mujeres, inmigrantes latinoamericanos, pueblos originarios, testigos de Jehová, musulmanes, comunidad LGTB, niños, adultos mayores, personas con discapacidad, portadores de HIV, personas discriminadas por su aspecto físico o en situación de pobreza, colectivos con los que nos sentimos muy identificados en su lucha por visibilizar y legitimar su mancillado derecho a la igualdad. Desde la DAIA, tenemos la obligación moral de trabajar intensamente a fin de lograr la equidad de oportunidades para estas comunidades.

Ese derecho a la igualdad es el pilar que otorga solidez a la dinámica de la democracia y a sus múltiples resortes de sostén, que se ve asediado toda vez que la discriminación, en forma explícita o utilizando sus variados disfraces, irrumpe en los vínculos sociales y se adueña de la “verdad”, minando los circuitos de fluidez de los lazos que tejen lo colectivo.

Resultó cara a la humanidad y siempre en formato de tragedia, la inclinación a embarcarse en ese plan, que persiste, incluso hoy, en ofrecer falaces soluciones a los conflictos de convivencia, suponiendo que el desprecio, el arrinconamiento, la ausencia de oportunidades y, la eliminación sin más del grupo segregado, devolverá la tan ansiada “paz social”.

Vamos a recuperar la aptitud empática para no socavarnos y quedar expuestos a la más absoluta vulnerabilidad. Nuestra historia nos obliga a estar cerca de los que sufren la discriminación y el rechazo.

El desafío de las instituciones que, como la DAIA, velan por la protección de los Derechos Humanos, tienen como prioridad esa misión: devolver  solidez, previsibilidad, capacidad para ponerse en el lugar del otro, seguridad y la recuperación de un sentido que ofrezca las condiciones mínimas y necesarias para reformular el horizonte común.La diversidad asume, así, esa cosmovisión, batallando contra las formas sutiles y explícitas de la discriminación.

El Consejo Directivo que hoy asume también es diverso en su conformación y será democrático en su gestión. Vamos a trabajar junto a todos los sectores e instituciones que integran la comunidad judíaescuchándolos, conteniéndolos e interesándonos en sus proyectos, desafíos y necesidades. Las transformaciones son colectivas. Vamos a hacer que las cosas sucedan. Llegamos al poder para poder hacer. Resulta imperioso que nos unamos, que impulsemos debates libres y sincerossin exclusiones políticas, religiosas ni culturales.

La DAIA es Argentina, no es sólo Buenos Aires. Debemos descentralizarnos. Hago propicia esta oportunidad para destacar la importante labor desarrollada por todas nuestras filiales de las provincias que, en reiteradas ocasiones, con menos hacen más. La DAIA es una sola y todos somos parte de ella. Por ello, estamos juntos todos los dirigentes para  trabajar día a día en nuestro país, sinergizándonos virtuosamente.

A nuestras queridas filiales: nuestro reconocimiento.

Como institución, debemos trabajar para atravesar los desafíos que nos presenta una realidad nacional e internacional tumultuosa. Así como en 1935, un grupo de voluntarios entendió que era ineludible crear la DAIA para combatir el antisemitismo, que ya se expandía sin pausa en Europa hasta llegar a la Shoá, hoy debemos  impedir que las ideas racistas y que se instalan con fuerza en el mundo, tengan lugar en la Argentina. Tenemos que estar orgullosos de que nuestro país sea un ejemplo de convivencia entre todas las comunidades.Vamos a profundizar el trabajo junto a los representantes de todas las confesiones, convencidos de que el diálogo constituye la herramienta más contundente para contrarrestar los mensajes de odio.

Hacemos un llamado a todas las instituciones de nuestra comunidad a desarrollar noblemente cada una de sus misiones. Para ello, invitamos a cada una a enfocar sus acciones según la misión que refleja el estatuto para la que fueron creadas. Sólo así, podremos conocer la misión a la que cada institución debe avocarse.

Estos estatutos fueron creados por nuestros padres y nuestros abuelos, sobrevivientes de las tragedias, de guerras, de pobreza y persecuciones. No podemos detenernos en la letra chica buscando desacuerdos y por eso invitamos a los dirigentes a generar los grandes acuerdos para honrar la memoria de los fundadores y legar a nuestros hijos una comunidad unida y fortalecida.

Nuestra DAIA debe protagonizar acciones a la altura de su misión, alzando nuestras voces toda vez que la discriminación niegue algún derecho. Debemos salir de los “programas de la tarde”, y volver a los de análisis y contenido. Valoramos, y así se lo hemos hecho saber al Consejo Directivo saliente, su esfuerzo para encaminar a la institución en medio de la severa crisis que se desató en mayo de este año.

Construiremos y definiremos nuestras prioridades, trabajando en equipo, sobre la responsabilidad que nos cabe como dirigentes, de actuar éticamente, con transparencia, basándonos en la idoneidad de nuestros profesionales, liderados por  nuestro director ejecutivo, Víctor Garelik.

Vamos a continuar, con la calidad de nuestros actos públicos, cuidando nuestras conductas privadas, convocando a aquellas personas de bien que quieran trabajar en armonía, sin renunciar a sus convicciones, pero siendo conscientes de que necesitamos anteponer los intereses de la comunidad judía por encima de las ambiciones personales. El Estado de Israel conforma parte de nuestra identidad judía. Nuestros corazones anhelan la paz y se hermanan con su sociedad, rica en cultura, ideales y sueños.

Conocemos los desafíos que nos esperan y cómo afrontarlos. Las transformaciones sociales son constantes. La revolución tecnológica modificó dramáticamente las formas de comunicación, democratizando la información como nunca antes en la historia. Sin embargo, la tecnología, paradójicamente, instala las herramientas para construir y difundir cobardes mensajes de odio, anónimos y sin filtros.

Impulsaremos las reformas legislativas urgentes y necesarias que se adapten a esta nueva realidad, para convertirse en leales herramientas de prevención, lucha y pena ante el preocupante crecimiento de mensajes antisemitas y xenófobos en las redes sociales. Vamos a instar a los responsables políticos y a las empresas periodísticas,que asuman la responsabilidad que les compete, como transmisores de mensajes.

Winston Churchill brindó la más sencilla y épica definición de democracia: “Vivís en democracia cuando te tocan el timbre a las seis de la mañana y sólo puede ser el lechero”

Durante la última dictadura militar, se violaron sistemáticamente los derechos humanos en nuestro país. Una de sus muestras más perversas fue la desaparición forzada de personas. Esta práctica tuvo, en el caso de los integrantes de la comunidad judía, una conocida dimensión antisemita. Según estudios llevados a cabo por nuestro Centro de Estudios Sociales, las víctimas judías recibieron un tratamiento doblemente cruel. Por eso, anunciamos que vamos a convocar a los familiares de los desaparecidos judíos, hoy aquí presentes, para cobijarlos, abrazarlos y seguir construyendo una agenda de memoria, verdad y justicia.

Evocamos a nuestros héroes de Malvinas: judíos y no judíos, como víctimas, no sólo de la guerra, sino también por haber sufrido feroces prácticas antisemitas por parte de sus superiores.

Seguiremos exigiendo justicia por el esclarecimiento del atentado a la Embajada de Israel, triste comienzo de la zaga del terrorismo internacional en la Argentina. Nuestro país, con su impunidad, desoyó esa masacre.

Estamos próximos al vigésimo quinto aniversario del atentado terrorista perpetrado contra las sedes de la AMIA y la DAIA. 85 víctimas, hombres, mujeres, jóvenes, judíos y no judíos, el terrorismo internacional no distinguió entre propios y ajenos, atacó a todo nuestro querido país. 25 años sin justicia. 25 años de indiferencia. La lucha por la verdad será central para este Consejo Directivo. Queremos destronarla parálisis que nos avergüenza a todos los argentinos. Necesitamos explorar todas las alternativas legales, nacionales e internacionales, para poder brindarles a las víctimas del ataque del 18 de julio de 1994, y a la República Argentina, el derecho a descansar en paz.

El terrorismo demostró que no tiene fronteras ni límites. Debemos emular a aquellos países que han sufrido actos terroristas y que a las pocas horas lograron identificar o detener a sus autores materiales. Lo mismo exigimos a las autoridades correspondientes: esclarezcan el caso del  fiscal Alberto Nisman. Su familia y la República así lo demandan.

Señoras y señores: nos proyectamos hacia una DAIA líder de la sociedad argentina, atenta a cada atisbo de antisemitismo y discriminación, representando fielmente a nuestras más de 120 instituciones adheridas y a todas las filiales del país, educando, sensibilizando y próximos a cumplir 85 años plenos de logros y nuevos desafíos.

¿Saben qué nos gustaría que suceda dentro de tres años?

Que este equipo diverso esté en este lugar frente a ustedes, a nuestras parejas, y a nuestros hijos, y que nos miren con orgullo y sin vergüenza.

Por todo ello, celebremos este nuevo inicio y celebremos, ante todo, la vida.