PRENSA

Crece la ira por la quema del Corán

La protesta en Afganistán por la quema del Corán en una iglesia de Estados Unidos llegó ayer a la ciudad de Kandahar, al sur del país, y dejó diez muertos y 83 heridos, un día después de la matanza de once personas, siete de ellas funcionarios de la ONU en Mazar-i-Sharif.

Más de 2000 personas salieron a la calle en Kandahar, el corazón espiritual del movimiento talibán, y se enfrentaron con la policía, que disparó contra los manifestantes para impedir que accedieran a las oficinas de la ONU y los edificios de la administración provincial.

Mientras coreaban consignas contra Estados Unidos y el presidente Hamid Karzai, apoyado por Washington, los manifestantes incendiaron varios autos y lanzaron piedras contra la policía, que los reprimió duramente.

Según dijo Daud Farhad, jefe del principal hospital de Kandahar, «hubo diez muertos y 83 heridos». Otro médico indicó que todas las víctimas resultaron heridas por balas o piedrazos.

Las autoridades provinciales acusaron a los «enemigos del pueblo y de Afganistán», término usado habitualmente para designar a los talibanes, de haberse infiltrado en la manifestación. Además, añadieron que 17 personas, siete de ellas armadas, fueron arrestadas.

Pero los talibanes, a través de un vocero, negaron la acusación. «Las protestas y los ataques contra la sede de la ONU son la natural reacción de los musulmanes a la quema del Corán», dijo.

Las protestas en Afganistán, que también se extendieron a Kabul, la capital, y a la ciudad occidental de Herat, fueron organizadas, al igual que anteayer, en repudio a la quema del Corán que protagonizó el pastor radical norteamericano Terry Jones en el estado de Florida, el pasado 20 de marzo.

En Kabul, las fuerzas de seguridad desbarataron ayer un intento de ataque suicida contra la base militar de la OTAN en Camp Phoenix.

La violencia está en su peor punto en Afganistán en meses, y se produce justo cuando el país se prepara para la primera etapa de la entrega del manejo de la seguridad al ejército afgano por parte de las fuerzas de ocupación extranjeras.

Anteayer, en el que fue el peor ataque contra las Naciones Unidas desde la invasión en Afganistán, en 2001, once personas murieron, entre ellas siete trabajadores del organismo internacional, en una manifestación que se tornó violenta en Mazar-i-Sharif, una tranquila ciudad del norte del país.

El ataque desató una dura condena internacional. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, calificó de «atroz» y «cobarde» la matanza de los empleados del organismo.

Antes del ataque de anteayer, Afganistán había condenado la quema «irrespetuosa y aborrecible» del Corán en el Dove World Outreach Center, una iglesia evangélica de Gainesville, Florida.

El pastor de esa iglesia, Terry Jones, dijo no sentirse responsable por las protestas violentas de los musulmanes en Afganistán. «Los elementos radicales del islam están tomando [la quema] como excusa para promover sus actividades violentas», dijo Jones.

«Debemos exigir cuentas a estos países y personas por lo que hicieron. Es hora de exigir cuentas al islam», añadió el pastor fundamentalista.

Anteayer, en un comunicado, Jones había calificado el ataque contra las oficinas de la ONU en Afganistán de un acto «muy trágico» y «criminal».